No son poemas de amor
Cindy Sherman. (1979). Untitled film still #48.
Perdón
En el baño,
tras un baño
caliente,
las gotas en mi cara,
tras un baño
caliente,
las gotas en mi cara,
mi sudor y el miedo
de que vuelva a
pasar, hacer lo
que hice. El sudor,
de que vuelva a
pasar, hacer lo
que hice. El sudor,
las gotas, mi llanto
en la ducha cayendo
en el sifón con
pelos. El agua en
mi pelo que se
quiebra entre mis
manos. Y orino las
baldosas azules, finjo
como si no, pero
estoy aquí solo
y diluido a la
espera de un perdón
que no viene y me
duele orinar.
en la ducha cayendo
en el sifón con
pelos. El agua en
mi pelo que se
quiebra entre mis
manos. Y orino las
baldosas azules, finjo
como si no, pero
estoy aquí solo
y diluido a la
espera de un perdón
que no viene y me
duele orinar.
Sé que al salir
seguiré igual de
sucio, meado
y la culpa que no,
no cae con champú
ni jabón o exfoliante
ni madre, amigo
o pareja o Dios que
limpie mi boca de
sifón con pelos,
llena de tantos
que herí y bebí
de su sangre que
orino en la ducha
con descaro y
vergüenza, y toco
la toalla y nada, nada
pasa.
seguiré igual de
sucio, meado
y la culpa que no,
no cae con champú
ni jabón o exfoliante
ni madre, amigo
o pareja o Dios que
limpie mi boca de
sifón con pelos,
llena de tantos
que herí y bebí
de su sangre que
orino en la ducha
con descaro y
vergüenza, y toco
la toalla y nada, nada
pasa.
Fiebre de gente
La garganta se irrita
al paso de cada una
hacia lo más adentro.
Una tos para escupirlas,
salen dos o tres
y me reclaman que por qué,
que se siente muy bien adentro
de mí
en cada viscera, entre membranas de carne
que acogen extraños
como otros órganos
que me devoran.
al paso de cada una
hacia lo más adentro.
Una tos para escupirlas,
salen dos o tres
y me reclaman que por qué,
que se siente muy bien adentro
de mí
en cada viscera, entre membranas de carne
que acogen extraños
como otros órganos
que me devoran.
Y es que no, es que es el clima,
la brisa, el polvo,
tal vez el trago y la imagen
lo que me da fiebre de gente.
Una multitud al alcance de mis manos,
en el centro de la pupila.
Y la temperatura, los mocos, la flema
y miles de risas
adentro con distintas voces
diciendo mi nombre
en mí
sin saber quiénes son,
pero están ahí infectándome
un poquito en lo más íntimo
y me da asco, me enfermo,
estornudo
y no salen,
y ya no más.
Qué fastidio: un antigripal, agua de toronjil,
miel, vino, cerveza,
opio
para curar,
para evitar a tantos
que me invaden,
y mis huesos roídos,
mis oídos cansados de lo mismo,
de mi nombre en bocas que no
son la mía y están allí
conmigo en el espejo
entre un riñón, el hígado
o un pulmón que cruje
desesperado de la tos
que me provoca tanta gente.
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