Herética erótica

Takato Yamamoto. (2004). Angel funeral.

Autorretrato

    Amo amo mi cuerpo mío. Mi cuerpo tocado. Amo cuando es mirado, saboreado. Mi cuerpo de carne de páginas amarillas. Amo mi cuerpo de brazos angostos. Mi cuerpo de labios besados. Amo mi cuerpo y sus piernas regordetas y sus uñas horribles y mi cuerpo de abdomen eyaculado y mi cuerpo desnalgado. Amo mi cuerpo de acento confuso. Mi cuerpo olvidado, escupido y abandonado. Mi cuerpo siempre feliz. Amo amo mi cuerpo, amo mi cuerpo amado.

Lentes sucios: yo pecador

    Yo confieso ante Dios todopoderoso, y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, ¡por mi gran culpa! Y mi lengua que todo lo encuentra para azotar al lenguaje con perversidades. Y mis ojos sinvergüenzas que aparentan inocencia cuando están frente a otros ojos. Por las cosas que finjo no querer escuchar, pero cedo a la tentación de oír cada blasfemia. Por eso ruego a santa María siempre virgen, y a los ángeles con los que me he acostado, y a los santos que son cómplices de mis mentiras, y a ustedes, hermanos en pecado, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

Limpien sus bolsillos

    En los bolsillos se guardan los esferos, las monedas, y algunos chicles baratos. Allí mismo hay espacio para la culpa. Debajo de una capa de papel higiénico viejo, el dolor y el placer se agitan en una violenta orgía colmada de gemidos de arrepentimiento. Pero al fondo, escarbando con los dedos los esferos y las monedas, echando el dolor y la culpa a un lado; justo tras toda esa basura está el diablo tranquilo fumándose un cigarrillo con el sabor de la infancia, riéndose del olvido, y esperando que toda esperanza se extinga en su humo divertido. El diablo consume su vida guardando las manos en los bolsillos.

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