Sin mañana

 

Santiago Rusiñol. (1894). La morfinómana.

No, con N

No, con la "n" de tu nombre,
"n" en sonido
que no podré escuchar,
que no
puedo guardar en un cajón
o dárselo a alguien
porque no
hay nada que decir.

Yo con "n" de cuerpo,
de camino desnudo,
atado por hebras,
sílabas
que alguna vez fueron
un te quiero
oculto entre tus manos,
que pronunciaste,
creo, con afecto
para responder
quién era yo,
o qué soy
ahora que no
es lo mismo que era antes.

No, con "n" de jamás,
con "n" de no estar
al lado de tu nombre.

Espejito

Todo roto,
todo opaco,
mutilado,
sucio,
tan frente a mí,
tan parecido
y de brazos abiertos
a envolverme
con las posibilidades
de lo mismo.

Me veo
todo roto,
con mis ojitos de alfiler
oxidado,
con mis cachetes
manchados de sol
a contraluz
contra la vida
que me espera,
no:
se oculta tras mi reflejo
como queriendo no verme,
con asco,
mientras me veo.

Estoy
todo opaco,
indistinguible
en la imagen plana
de mi cuerpo
junto a mis cosas;
mi volumen falso sin medida:
libros, sobres
y cobijas,
todo junto
entremezclado
con sudor a mediodía,
a media imagen
de esquirlas que duelen mucho.

Mi espejito
mutilado,
de hombres que se llevan
mis noches,
la paciencia, mi silencio
desarmado,
aburrido,
estoy aburrido
de las manos
que me arrancan del espejo
recorriéndome
como si yo no fuera mío,
como si yo no fuera yo
ni lo que veo cuando me miro
con mis manos juntas.

Y hago muecas
para divertirme,
me río de los hombres
que se ríen de mí.
lloro sucio,
alquitranado,
tras mirarme y ser mirado.
Una lágrima refracta mi sonrisa
de siempre
amarillo cansancio,
y aliento a café
de ayer registrado
para siempre.

No podré olvidar mis ojitos,
los hombres,
ni olvidarme.
Qué aburrido
estar tan frente a mí,
con la vida detrás
tan nunca mía,
triste reflejo trasnochado.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cosas que duelen

Maricón, pero andariego

Otros dos poemas