Alfabeto, siempre igual

Cecilia Porras. (1957). Ángel volando en la noche.

A

Para gritar, para reír,
para llorar.
Decirla y decir sí
o no decir.

Para volver
más atrás,
en un balbuceo que no sabe nada.
Para ver
en un renglón ferrocarril,
asomado en su trazo sencillo,
un niño nervioso
que la busca
cuando busca
un abrazo materno
a la distancia de una coma.

Y en un correo electrónico,
en un recibo, en los apuntes,
en los ojos de todos
en cualquier dispositivo.
Las lenguas
manchadas con yagas
de tanto entonarla
para indicar, para encontrar,
para insultar
a los que huyen
de su fonema redondo
en un silencio imposible,
taladrado
por gargantas cotidianas
que la hacen.

En un letrero,
en la nomenclatura
de las calles más angostas;
en mi nombre escrito
con tu letra,
con tu cuerpo
documentando las cosas
en un gemido
que las diga,
que la diga
alargada y en candencia,
en la voz de cuatro manos
que se abren
y la escriben
con la tinta de dos sombras.

Todo para todo,
los límites definidos
de una grafía y su materia
que todo lo abarca y
lo piensa, y se tose: a, a, a.

Acento sin tilde

Las palabras
eran muy grandes.

"Eduardo", pensaba.
Decían: "Eduardo".
Siete letras
para tres sílabas,
un desperdicio.

Luego fue algo,
una voz, 
mil bufandas arropadas
que sufren
al final de cada palabra
en un esguince de vocales.
El dolor de la dicción del frío,
y hablar en granizo,
desgarrado,
desde la nariz,
con los mocos,
el cielo gris, la fiebre
y sonreír con las amígdalas
el lenguaje ronco de un bolero
de nombre "Tenaz".

Ahora hay algo más.
Se aspira la "s", escucho,
y el "ajá",
traduzco
el dolor en la humedad
de palabras golpeando la "d",
la muelen y la borran de
"Dios",
y tampoco hay "humanidad"
que nos proteja;
y solo el sol quemando
mi lengua de carretera abierta.
y reproducen bullerengues
y duelen igual o peor,
en desorden consonante.

¿Por qué las palabras
ya no son grandes?

No importa el dolor,
ya no hay cielo gris
ni escucho boleros,
ni "tenaces" bullerengues.
El sol diluido con otros signos
de un alfabeto resignado,
en un diccionario
con la "b" vacía, no
hay nada,
siete sílabas, Eduardo.
Y la "s" sigue,
y sigo
admito que ahora
el silencio de mi nombre
es muy grande.

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