Hombres

 

Salman Toor. (2019). Parts and things.

Hombre un millón

                                            A los ojos de R.
Sé que te irás
porque te miro
mientras me miras
triste, sorprendido, aburrido.
Sé que te irás,
bien sé que, tal vez,
te vas
a tragar humo
o a mirar insectos
y saborear las texturas
de lo que otros te dicen
sin mirarte;
te vas a otro lado para aburrirte.
"Tomemos un café", me dices,
y no tomamos el café,
pero me preguntas
por el humo, por los insectos
y por las texturas sucias
de lo que otros te dicen.
Dices que quieres entenderte
o encontrarte, o algo así;
y esparcirte
como un virus:
medio vivo, medio muerto,
contagiando a más personas
de tu cuerpo y sus dolores.
Me hablas de tantas cosas
y estás
atento a mis ojos hipermétropes
que no te pueden ver de cerca,
porque tampoco quiero verte,
porque sé que te irás
y sé que no te gustan
los hombres blancos,
aunque tocabas mi pecho
desnudo y pálido;
lo abrías
buscando un corazón,
y encontrabas un cenicero
lleno de hombres,
y papeles y recuerdos.
Te quedabas allí,
"ven conmigo",
y yo no iba,
me daba miedo verte
en medio de las cenizas,
y que fueras uno de esos hombres
y estuvieras estampado
en algún papel
de los archivos de mi pecho.
Sé que te irás,
me dices que ya,
que ya te vas
y no quiero seguirte,
podré mirarte porque estarás lejos,
lo suficiente como para quererte,
e ir contigo a mi pecho
a darme cuenta de que
eres uno de esos hombres
y que siempre estuviste en este papel.

Hombres que no

Esos hombres que no,
que se escriben
como garabatos y tachones
indistinguibles.
Hombres con cualquier rostro,
que no tienen siquiera un nombre
o algo
que los haga algo.
Esos que dan
los besos más genéricos
y divertidos
e iguales.
Y hablan de lo mismo,
con lo mismo
conmigo
.
Hombres que espero
que me vean como yo los veo;
no quiero ser más que
otro hombre que no
para ellos.
No quiero que me pronuncien
o me distingan
entre tantos rostros idénticos.
No quiero sino vivir con ellos
cada momento y palabra
estando en el olvido,
reduciéndonos para no ser
sin angustia.
Me buscan, los encuentro,
y dicen mi rostro
y les digo que no,
que son solo hombres que no.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Milcíades, el presocrático

Difícil decir espera

Otros dos poemas