Rigores septembrinos

 

Kazimir Malevich. (1913). El afilador de cuchillos.

Septiembre

Mes de siempre, sin piedad.

Mes de amor y desamor.

Mes de vida y mes de horror.
Mes solo, honda soledad.

Mes pequeño, corta edad.
Mes inmenso, larga espera.

Mes filoso, mes tijera.

Mes enfermo, falsa voz.

Mes de trigo, siega la hoz.

Mes septiembre, tosca fiera.



Solo hay calor

Cada que malgasto el tiempo
en divagaciones estériles,
el golpe contra el techo lleno de polvo
me aterriza sobre mi incómodo asiento
y veo la muerte de plástico barato
que se posa en mi escritorio,
ella me mira sin mirarme,
abre sus fauces y entona:
“¡Deja de perder el tiempo
que es septiembre y no hay
festivos, solo hay calor
y muchos trabajos!
Estamos plagados de problemas
y no buscas soluciones:
alza la mirada al cielo
mientras esperas al bus
y observa al sol amarillo
que se torna en una sanguaza que hierve
de rostro horrorizado y de cuencas vacías.
No te sobrevalores,
que al igual que yo,
la vida en este país caliente
es de plástico barato.”


Tritones y terrestres

Tú crees que, en el fondo del océano, allá, en lo más oscuro
está la alegría salada y líquida. Quieres que nademos juntos.
Yo veo acá la arena áspera que raspa mis pies,
arena que extingue el aliento de los peces que encallan.

Por tus venas corre la azucarada ilusión
de un pasado que sucederá y de un futuro ya vivido.
Por mis venas corre el amargor etílico de una cerveza
que mañana temprano orinaré.

Esculpes tu figura con rabia y temor concertados
al compás de melodías químicas chocantes.
Yo someto mi figura a la del espejo,
una figura cárnica y peluda que solo suda por las tardes.

Dibujas el filo de un cuchillo al lado de tu retrato,
que ya no es retrato de tu belleza, ahora es un crimen.
Y yo no pude salvarte y evitar lo sucedido,
quise saltar hacia el papel, pero lo rompí y me rompí la cara.

¡Te estás muriendo en vida, sal de ese ataúd
que no te corresponde y deja de maquillar calaveras!
Yo sobrevivo mi vida: todos morirán, también lo haré,
pero lo haré solo, porque a nadie más le corresponde mi muerte.

Ahora te gusta dormir en una nube gris que tarde o temprano
se hará lluvia, y habrá tormenta y será rayo.
Yo quise dormir en nubes,
aunque siempre despertaba en mi cama.

Ya eres mitad humano y mitad pez,
mitad dibujo y mitad calavera, yo solo soy carne y pelos.
Busqué mis branquias, pero solo encontré arena;
me resigné: respiro este aire y piso esta arena.

Hoy te hundes en ese océano oscuro disolviéndote en el salitre,
no veo humano ni dibujo, no veo pez ni calavera.
Ahora camino descalzo sobre la arena caliente, incómoda y áspera,
pero así perfecta, sencilla y clara.

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