Desdoblamiento

 

Federico García Lorca. (1936). Dibujo en una carta para Juan Ramírez de Lucas.

1.

Un corte de cabello clásico, pantalones largos y camisas de diseños sobrios pueden volverse un disfraz, mejor aún, el atuendo de un personaje, uno todo triste, amargado, casi cascarrabias, y cuadriculado. Lo peor de todo es que quién interpreta el personaje lo hace mal, ya sea por estrés o por impropiedad, pero lo hace mal, detesta ese trabajo.

De noche, cuando ese actor, que es mal actor, por fin descansa de ese personaje tétrico que tanto fastidio le causa, busca relajarse y medita en silencio sobre lo feliz que sería si no fuera actor, busca unas de esas semillas blancas para sembrar en su cuerpo una calma artificial o comparte con otros actores, que también son malos actuando, que junto a él dejan de actuar, no se ven como actores, se tocan como personas… Se queda dormido, extrañamente dormido, mirando la madrugada que augura otro día tenso trabajando en el tedioso sainete de su vida.

2.

Quítate esos harapos que adornan tu falsedad, acá no se guarda la ropa, acá se guardan las vidas de jóvenes como nosotros. Tómame de la mano y lee cada historia que no puede escribirse en el papel y observa cada moretón que tiene que maquillarse; esto es como un secreto que une desconocidos que desean algún día poder entenderse y purgan sus almas aquí.

En este lugar los hijos se ocultan de sus padres, los amigos de sus amistades y los creyentes de su dios. Si te asomas por las rendijas podrás ver a chicos como aquel de piel brillante y mirada miope caminar con garbo y tranquilidad, y te darán ganas de arrancar su piel y coserla a la tuya para sentir su alegría y tomar sus lentes para ver desde sus miopes ojos esa tranquilidad con la que sueñas.

Estás condenado a estar acá cada que quieras pasar un tiempo para pensar en ti, porque es en este sitio dónde nos marginan a personas como tú y yo en la medida que crezca o disminuya la debilidad de nuestra autonomía emocional, incluso muchos perecen acá víctimas de sus propias manos o del lento giro de las manecillas del reloj.

3.

Mi cabello es negro, mis ojos son marrones, mi piel es de un color algo amarillento y soy de baja estatura. Me hubiera encantado ser unos cuantos centímetros más alto, pero esa decisión no la tomé yo; uno debe entender que en esta vida hay cosas que no pueden decidirse. Da risa oír al resto decir que yo decidí ser homosexual, si esto fuera una decisión, no la hubiera tomado y creo que nadie la tomaría: no tiene sentido que una persona en su sano juicio quiera ser marginada, discriminada, maltratada y vista como un espectáculo de circo por salirse del estándar común. Ojalá fuera solo una decisión, me hubiera ahorrado ciertos inconvenientes familiares y conflictos internos. Ni las “buenas costumbres” ni un dios me ayudaron a tomar la “decisión correcta”. En varias ocasiones intenté huir del reflejo que se asoma al verme en el espejo, sin embargo, un día quise acercarme a él, y me di cuenta de que es hermoso.

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