Nunca más hizo calor en Barranquilla
Para Vanessa, mi hermana. Es como lo que decía mi abuela, que allá por 2022 en diciembre no llegaron las brisas, junio era un solo aguacero y el verano podía aparecer atravesado en un septiembre. Antes de llover, decía, las nubes se acumulaban en forma de cuenco al revés que frenaba el poquito viento que pasaba y, sumado a la humedad, se sentía como si la piel de cada uno se cociera a baño maría. Y después de la lluvia no quedaba ni una nube y en el cielo barranquillero solo había una pepa de fuego tostando las nucas de la gente, pobrecitos los que se vestían de negro. Cuando yo era una niñita apenas terminaban de construir el domo, prácticamente lo recuerdo de toda la vida. Ahora es como si fuera a vivir una vida que no recuerdo porque en verdad nunca la viví. Si acaso mi abuelita, que fue una de las tantas que sobrevivió al calor y llegó a vieja con la modernización de la ciudad. Hoy de nada sirvió modernizarla y el proyecto del domo fue un timo de casi un siglo. ―Osquítar, abróchate